ANTECEDENTES:
La
incorporación de las “Indias Occidentales” a la Real Corona de Castilla fue
proclamada por Carlos V, en 1519: “Por donación de la Santa Sede Apostólica y
otros legítimos títulos somos Señor de las Indias
Occidentales, Islas y Tierra Firma del Mar Océano, descubiertas y por
descubrir; y están incorporadas en nuestra Real Corona de Castilla”
[Recopilación de las Leyes de Indias (1680): Libro III, Ley I]. El Rey “Carlos I de España” (1516 -1556), fue
el primero que unió en su persona las coronas de Castilla, Aragón y Navarra, ostentando
luego en 1520, el titulo de Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico como
“Carlos V de Alemania”, y se le apodó “El César Carlos”.
Fuente: http://es.wikipedia.org/wiki/Archivo:Karl_V._(HRR).jpg
El Emperador Carlos V mediante una “Capitulación” firmada en
Madrid el 27 de marzo de 1528, arrienda
temporalmente la Provincia de Venezuela a los Welser o Belzares, familia de
banqueros alemanes de Augsburgo, con los que el Rey había contraído fuertes
deudas. En pago, les fue concedido un contrato para conquistar y colonizar el
territorio de la costa noroccidental de al actual Venezuela, que se conocería
como el "País de los Welser" (que los alemanes denominaron “Klein-Venedig”:
Pequeña Venecia), convirtiéndose en una de las primeras gobernaciones alemanas
en América. Quedaba así
constituida la Provincia de Venezuela, cuyo límite occidental estaba situado en
el Cabo de la Vela en la península de la Guajira, y por el Oriente hasta
Maracapana (Cerca de la hoy Barcelona), […] “con
todas las islas que están la dicha costa, ecebtadas las que están encomendadas
y tiene a su cargo el factor Juan de Ampíes”…
Provincia de Venezuela (1528)
Coincidiendo con la llegada a Santa Ana de Coro (24 de
febrero de 1529), de la expedición conquistadora, que había partido desde La
Española, comandada por el alemán Ambrosio Alfinger (en alemán Ambrosius
Ehinger), es cuando se da inicio formal a la desenfrenada búsqueda del preciado
mineral de oro en todo el territorio de la recién creada Provincia de Venezuela
(1528). Recayó sobre Alfinger el honor de ser su primer Gobernador, en representación
de Los Welser o Belzares. Desde un principio quedo muy claro, que la motivación
de los Welser y por lo tanto de Alfinger no era otra que la de comerciar y
reunir riquezas. En las crónicas de dicha conquista, se nos presenta al
gobernador Ambrosio Alfinger como un encarnizado depredador de los aborígenes
del Nuevo Mundo, caracterizándose por una violencia desmesurada en su contra, y
a quienes arrebataba sus prendas y amuletos de oro, llegando eventualmente a
reunir por esta vía, un botín con un
valor estimado en 90.000 pesos de oro. Como no logró descubrir ninguna mina en
su gobernación, decide apelar a una rápida fuente de ingresos, dando inicio a
la horrenda “cacería humana” de los aborígenes, apresándolos para luego venderlos como “esclavos” en la
isla antillana de La Española, donde serían sometidos a trabajo forzoso en las
minas de oro que los españoles explotaban en el Valle del Cibao y en otras
regiones.
Fuente: http://es.wikipedia.org/wiki/Familia_Welser
En esa isla, la población indígena
precolombina había sido diezmada brutalmente a consecuencia de la opresión, el
trabajo forzoso, el hambre, las enfermedades y asesinatos en masa, de tal forma
que de los 400,000 indios “taínos” que originalmente habitaban la isla en 1492,
tan solo existían alrededor de 50.000 para 1508, y para 1535, sólo 6.000 estaban vivos. En
consecuencia, la demanda de mano de obra esclava para la explotación de dichas
minas, despertó la codicia de los Gobernadores alemanes de la Provincia de
Venezuela, quienes progresivamente transformaron a Santa Ana de Coro en el
principal centro de acopio de esclavos indígenas, los que luego serían vendidos
a mercaderes esclavistas de La Española y San Juan (Puerto Rico), configurando
la mayor escalada en el exterminio de la población nativa.
Entre 1529-1556, los gobernadores
alemanes organizaron innumerables expediciones en busca del preciado mineral.
Partiendo desde Santa Ana de Coro, se internaron por el Occidente, Sur y
Oriente de la provincia, desde donde trajeron oro arrebatado a los indígenas,
pero en ningún caso dejaron registro de las localidades, ni de los yacimientos
auríferos de donde procedía este mineral. Sin embargo, años más tarde, se consiguió algo de oro en la zona de
Barquisimeto, El Tocuyo, Valencia y el puerto de Borburata. Pero no es hasta la
década de 1560, cuando se difundió la noticia de minas del codiciado metal, en
el territorio ocupado por la etnia de los aguerridos indios Caracas, en la
región centro-norte-costera de la Provincia de Venezuela, como veremos más
delante.
Fuente: Grabado de Theodor de Bry (1528 – 1598).
Con el fin de regularizar la
extracción de minerales preciosos en todas las colonias hispanas en América, el Rey Don Felipe II mediante
la Ordenanza de Valladolid del 10 de enero de 1559, establece de modo expreso y
solemne la incorporación a la Corona de todas las minas de oro, plata y azogue existentes en Tierra Firme de las Indias del
Mar Océano, así: "Primeramente reducimos, resumimos e incorporamos en Nos
y en nuestra Corona y Patrimonio todos los mineros de oro y plata y azogue, de
estos, nuestros Reinos, en cualquier partes y lugares que sean y se hallen,
Realengos, o de Señorío o Abadengo, agora sea en lo público, consejil o en
heredamientos y partes y suelos de particulares” (Capítulo I. Ley 4a, Título I,
Libro 6).[ Amorer, E.:1991]
La explotación de las minas:
La empresa conquistadora de Tierra Firme se caracterizó por
ser un proceso donde el conquistador español sometía por la fuerza de las armas
a los naturales y los “reducía” a una oprobiosa esclavitud. Desde un comienzo los nativos fueron violentamente
presionados para que revelaran la procedencia del oro de sus adornos, y se
procedió al saqueo para hacerse con el metal precioso (los llamados
“RESCATES”). A través de la licencia que otorgó su majestad católica la
reina Isabel en el año 1503 para “reducir” a los indios caribes, se dio autorización abierta para cazar (“cacería humana”)
con la espada y el arcabuz a cuantos indios quisieran los ambiciosos
esclavistas; a quienes les importaba muy poco la filiación de los cautivos,
puesto que para ellos todo indio era
caníbal, es decir, antropófago. Esto
se convirtió en la acusación para justificar el exterminio, y de esta forma inhumana fueron asesinados miles de
indígenas a manos de los mercaderes esclavistas.
Gonzalo Fernández de Oviedo (1478-1557), conocido historiador
y cronista, autor de la “Historia
general y natural de las Indias, islas y Tierra Firme del mar Océano” (1535),
en sus páginas nos muestra una concisa visión de cómo el oro se transformó en argumento incitador para la conquista y los
descubrimientos. Viajó a las Indias en 1513 con la expedición de Pedrarias
Dávila, gobernador de Castilla del Oro (territorio que comprendía los actuales
países de Nicaragua, Costa Rica, Panamá y la parte norte de Colombia). Desde la
óptica de un minucioso observador de la naturaleza y las costumbres del Nuevo
Mundo, se reveló como un firme defensor de los conquistadores y un encarnizado
enemigo de los indígenas: “Esta particularidad de minas es cosa mucho para
notar, y puedo yo hablar en ellas mejor que otro, porque hace doce años que en
la Tierra
Firme sirvo de veedor de las fundiciones de oro y de veedor de minas (en Castilla del Oro), al católico rey
don Fernando, que en gloria está, y a vuestra majestad, y de esta causa he
visto muy bien cómo se saca el oro y se labran las minas… y he hecho sacar oro
para mí con mis indios y esclavos”
… “Estas minas de sabana o halladas en
tierra siempre han de buscarse cerca de un río o arroyo o quebrada de agua o
balsa o fuente, donde se pueda labrar oro, y ponen ciertos indios a cavar la tierra, que llaman escopetar; y cavada hinchan
bateas de tierra, y otros indios
tienen cargo de llevar las dichas bateas hasta donde está el agua donde se ha
de lavar esta tierra”… “y hace de
notar que para un par de indios que lavan son menester dos personas que sirvan
de tierra a cada uno de ellos, y dos otros que escopeten y rompan y caven, e
hinchan las dichas bateas de servicio, porque así se llaman, de servicio, las
bateas en que se lleva tierra hasta los lavadores… De manera que una batea es,
a lo menos en todo lo que es dicho, cinco
personas ordinariamente”. [FERNÁNDEZ DE OVIEDO, Gonzalo (1535): Sevilla, España].
Fuente: Grabados de
Theodor de Bry (1528 – 1598).
Consecuencias
Fatales: Ante esa inhumana actuación de los conquistadores hispanos en las
Indias, el padre Bartolomé de las Casas, abogaba ante la Corona de España, para
que se tomaran las medidas necesarias y así lograr extirpar y remediar tantos males, tantas maldades y
traiciones… “La
causa por que han muerto y destruido tantas y tales e tan infinito número de
ánimas los cristianos ha sido solamente por tener por su fin último el oro y henchirse de riquezas en muy
breves días e subir a estados muy altos e sin proporción de sus personas…”.
Así lo denunciaba el padre Bartolomé de
Las Casas en su obra “Brevísima
relación de la destrucción de Indias” (Sevilla 1552), al mismo tiempo que
comparaba la explotación de perlas en la isla de Cubagua, con la explotación de
minas de oro en Tierra Firme: “La tiranía
que los españoles ejercitan contra los indios en el sacar o pescar de las
perlas es una de las crueles y condenadas cosas que pueden ser en el mundo; no
hay vida infernal y desesperada en este siglo que se le pueda comparar, aunque
la de sacar oro en las minas sea en
su género gravísima y pésima”. [Las Casas, Bartolomé de: 1552]
Producción de Oro en Venezuela - Siglos: XVI_ XVII
El investigador Earl J. Hamilton, en su obra «El tesoro
americano y la Revolución de los precios en España, 1501–1659», publicada inicialmente
en 1934, describe que en los siglos XVI
y XVII, desde 1503 y durante los 160 años siguientes, arribaron a España, al
puerto de San Lúcar de Barrameda, 185.000 kilos de oro y 16 millones de kilos
de plata (1503 y 1660), desde la América colonial. [Hamilton, Earl
J. (1934): 1975].
En la Provincia de Venezuela, la producción de oro de fue
relativamente baja si lo comparamos con las otras colonias en las Indias Occidentales.
Es solamente a mediados del siglo XVI con el
descubrimiento de las minas de oro de San Felipe de Buria (hoy en el Estado Yaracuy), cuando se inicia formalmente la extracción de oro
en territorio venezolano, proporcionando la primera base firme para el
desarrollo de la Colonia. “En 1551, Damián del Barrio, a la orden de Juan de
Villegas, descubrió las minas de Buría”… [Memoria de la Dirección General de Estadística del
Ministerio de Fomento de 1873]. Aunque de escaso rendimiento, ese
descubrimiento originó la fundación de la ciudad de Nueva Segovia, hoy
Barquisimeto (1552),
y otras villas como Valencia y Borburata. Ese mismo año, el Gobernador Juan de
Villegas descubrió otra veta de oro en el sitio de San Pedro, así como también
se menciona haber encontrado muestras de oro en la Quebrada de Cocorote. Tanto
la mina de Buría como la de San Pedro fueron objeto de explotación por corto
tiempo y luego fueron abandonadas a causa de la hostilidad de los indígenas y finalmente
por el agotamiento de los yacimientos. En la misma época, hacia la segunda
mitad del siglo XVI, se consiguió algo de oro en la zona de El Tocuyo, Valencia
y el puerto de Borburata. Pero no es hasta la década de 1560, cuando se
difundió la noticia de minas del codiciado metal, en el territorio ocupado por
la etnia de los aguerridos indios Caracas, en la región centro-norte-costera de
la Provincia de Venezuela. [LÓPEZ, Víctor M.: 1981].
Santiago de León de Caracas (1567)
En
1560, el mestizo capitán Francisco
Fajardo (1530 -1564) descubre una mina de oro en el territorio de los indios Teques, como
resultado de una serie de viajes exploratorios que desde su isla natal
Margarita, lo llevan a descubrir el codiciado valle del río Guaire, al cual
bautizó “Valle de San Francisco”,
futuro asiento de la ciudad de Santiago de León de Caracas. Como
producto de su insistencia y tenacidad, descubre las minas en los predios de
los indios Teques, en el sector “altos de las Lagunetas”, enviando a la ciudad
de Santa Ana de Coro algunas muestras del mineral al Gobernador y Capitán General de la Provincia de Venezuela, Don
Pablo Collado. Craso error, puesto que le costara la envidia general de todos
los conquistadores españoles y del propio Gobernador, quien le revocó los títulos y poderes
previamente concedidos, nombrando para sustituirle en la prosecución de dicha conquista a Pedro
Miranda, quien una vez obtenido algunas muestras de oro de las minas
descubiertas por Fajado en el sitio de las Lagunetas, se dirige a El Collado
(futura Caraballeda), donde lo apresa y lo remite al puerto de Borburata y de
allí al Tocuyo, donde el Gobernador Collado lo deja en libertad, y para
enmendar los maltratos que había sufrido, le nombra Justicia Mayor de la Villa
de El Collado, a donde retorna muy descontento. Convencido el gobernador
Collado de la importancia de la provincia de Caracas por la relación que le
hizo Pedro de Miranda de la riqueza de sus minas
de oro, de la salubridad de sus tierras, y del gran número de indios que la
poblaban, decide enviar (1561), al prestigioso capitán Juan Rodríguez Suárez
para que prosiguiese con la conquista y poblamiento del valle de San Francisco,
recomendándole muy especialmente que estableciese la explotación del “real de
minas” descubierto por Fajardo (cerca de Carrizal, Miranda) en territorio de
los aguerridos indios Teques. El valeroso cacique Guaicaipuro en alianza con los
demás caciques de la región costera (incluyendo entre ellos a los más poderosos:
Catia, Guaimacuare, Guaicamacuto y Naiguatá; mientras que Pariata, Curucutí,
Guaracarumbo, Maiquetía, Guarauguta, Carapaica, entre otros, tendrían menos
territorio, menos hombres y, por lo tanto, menos poder) trató de impedir la penetración de los
españoles y la explotación de las minas de oro. Rodríguez Suárez se alía con el capitán Francisco Fajardo y vence
al Cacique de los Teques en las batallas de San Pedro y La Quebrada. Pero finalmente,
Guaicaipuro y su aliado Paramaconi lo vencen y le dan muerte (1561), en el
sitio de Las Lagunetas (Estado Miranda). Guaicaipuro se convirtió en la figura
principal y central en la sublevación de todas las tribus nativas de la
provincia de Caracas, y logra unirlas a todas bajo su mando.
Los intentos por conquistar el valle de los indios Caracas
(Valle del Miedo, como también se le conoció), se estrellaron por muchos años
ante la fuerte resistencia de los aborígenes. Es tan solo a mediados del año
1567, cuando el capitán Diego de Losada, por encomienda del
gobernador de la provincia, Pedro Ponce de León (Período: 1566-1569), acomete
cautelosamente la conquista y pacificación del valle caraqueño. Logra (re)fundar
la ciudad de Santiago de León de Caracas el 25 de julio de 1567, el día de
Santiago, en el mismo sitio donde inicialmente Francisco Fajardo había fundado
el “pueblo” de San Francisco (1560), y posteriormente Juan Rodríguez Suárez la “Villa
de San Francisco” (1561). Después de la muerte de Losada (Borburata, 1569),
algunos conquistadores (Garci González de
Silva entre otros) continuaron la explotación del “real de minas”
descubierto por Fajardo. En 1575 el
capitán español Gabriel (o Gustavo) de Ávila encontró de nuevo la mina y la llamó “Nuestra Señora”, pero a los
pocos años la misma fue “abandonada y
olvidada” (hacia 1580).
Río Guárico: Minas de San Juan; Morros de Tucurapana (1579)
La búsqueda incansable
de afloramientos auríferos por parte de los conquistadores españoles, continuó
febrilmente en toda la región centro-costera de la Provincia. Avivan las
esperanzas de obtener oro, los cateos y
el establecimiento de un “Real de minas” que hiciera el célebre capitán Garci
González de Silva en 1579 a las riberas del río Guárico. […] el
Real de minas de San Juan, que el dicho Garci González pobló cuando descubrió
las dichas minas. … en comarca y vertientes del dicho río Guárico. ….que está en
las juntas que hazen este dicho río de Guárico y el del Pao… que es donde el
dicho Capitán Garci González tuvo alojada su jente cuando fue a la conquista de los Cumanagotos… ubicadas en las proximidades del… “Morro e Peñoles que los cristianos llamamos
los Morros del Guárico” (Tucurapana de los indígenas caribes).
[Archivo General de Indias. Santo Domingo 207.
Traslados Academia Nacional de la Historia. Nº
109- V- II; p. 367]
FUENTE: Elaboración
propia en base al análisis documental consultado.
Esa famosa expedición
al oriente, comandada por el capitán González de Silva, estaba destinada a la conquista de la indómita
provincia de los Cumanagotos. Siguiendo el mandato del Gobernador Juan de
Pimentel, la expedición salió de Santiago de León el 06 de abril de 1579, con
rumbo a los valles de Aragua, para luego continuar por la antigua “ruta de los llanos”, siguiendo el cauce del
Guárico, marchando luego paralelamente al piedemonte meridional de la Serranía
del Interior, hasta llegar a la costa donde desemboca el rio Unare al Mar
Caribe. Había partido con 130 soldados españoles, González de Silva decidió
tomar ese camino,… “huyendo de que los
Cumanagotos tuviesen noticia de su entrada, dejó la vereda de la costa que era
la más conocida, y formando un medio
circulo para los valles de Aragua, atravesó por los llanos”… [Oviedo y Baños, José de
(1992) p. 302]. Necesariamente, González de Silva y su gente
debieron cruzar el valle del Orituco, pero lamentablemente no quedó referencia
alguna al respecto.
Fundación de San Juan de la Paz (1584) y San Sebastián de los Reyes (1585)
Teniendo como objetivo fundamental asegurar una comunicación
permanente con la región oriental (Cumaná), y establecer el control y dominio
de la comarca al Sur de Caracas, el Gobernador Don Luís de Rojas, decide
comisionar al capitán Sebastián Díaz de Alfaro para la “pacificación y
conquista” de las naciones de indios de la
zona sur de la capital.
Al Sur de Santiago de León, sólo se conocía el valle de
Salamanca (Valles del Tuy Medio). Sin embargo, más allá de la serranía del
Interior, (límite hidrográfico entre las cuencas del mar Caribe y la del río
Orinoco), quedaba inexplorada la inmensa
y desconocida región de los llanos centrales, que se alargaba al Sur
hasta las riberas del Orinoco (Uyapari).
Distribución de la población aborigen antes de la
Conquista.
FUENTE: Elaboración propia en
base al análisis documental consultado.
El Gobernador Don Luís de Rojas le participo al Rey su
determinación, en una carta fechada en Santiago de León el 27 de octubre de
1584: “He despachado al Capitán Sebastián
Díaz con sesenta hombres bien aderezados, a procurar que busque sitio cómodo en
donde poder hacer un pueblo, de suerte que se pueda comunicar el pueblo de
Cumaná con éste, de donde se pueda proveer de las comidas necesarias de maíz y
carne; es hombre que se halló en poblar esta ciudad y tiene experiencia de
todo” [Archivo General de Indias. Santo
Domingo, 193. Ramo1. Traslados Academia Nacional de la Historia. Tomo 132. vit.
2, p 128]
El Capitán Díaz de Alfaro y sus expedicionarios arribaron a
las “Sabanetas de Ocumare”, donde establecieron una ranchería en un estratégico
sitio a la margen derecha del río Tuy, donde muy posteriormente se asentará la
actual población de Ocumare del Tuy. El 17 de octubre de ese mismo año, partieron
a la conquista “pacifica” de las provincias de los Quiriquires, Tomusas y
Aruacos. Continuaron su expedición siguiendo el curso del río Tuy, aguas abajo,
y conforme al relato del Escribano de la expedición Alonso García de Pineda, el
Capitán Díaz Alfaro “corrió las dichas provincias y las apuntó, y
en las riberas del río que llaman Tuy pobló una ciudad, a la cual puso por
nombre San Juan de la Paz”. [Archivo General de India. Escribanía de Cámara.
Legajo 658-A. Ramo 4. Pieza Primera, f. 33]
“El Capitán Díaz de Alfaro fundó en las orillas del río Tuy
(cuatro leguas más abajo de donde junta sus aguas con el Guaire) la ciudad de
San Juan de la Paz”. [Oviedo y Baños, José: 1992].
FUENTE: Elaboración
propia en base al análisis documental consultado.
El sitio exacto de su primitiva ubicación no ha podido ser
determinado hasta ahora, solamente se tiene referencia de que fue fundada a las
orillas del Tuy, como lo afirma el cronista Oviedo y Baños (en su obra escrita
en 1705 y publicada inicialmente en 1723).
Recordemos que, como ya se mencionó anteriormente, la
expedición salió de las “Sabanetas de Ocumare” el 17 de octubre de ese año, siguiendo
el cauce del Tuy, el cual después de recibir las aguas del río Guaire por su
margen izquierda, entra en una especie de estrechura montañosa donde se acaban
los Valles del Tuy y se abren los de Barlovento, justo en el territorio
dominado por los indios Tomusas, que
para esa época vivían dispersos en las selvas barloventeñas y en las
intrincadas montañas del tramo oriental de la Serranía del Interior. Respecto
al asiento original de San Juan, afirma el investigador Castillo Lara: las cuatro leguas señaladas por Oviedo
estarían cerca del actual sitio de Aragüita.
Es posible, incluso, que la ubicación fuera un poco más abajo, siempre a las
riberas del Tuy. [Castillo Lara, Lucas
(1984): Tomo I; pp.32- 33].
De la misma opinión es el autor Telasco Mac Pherson, en su obra publicada en 1891: “probablemente
en el sitio que hoy ocupa Aragüita fue fundado el pueblo de San Juan de la Paz
por Sebastián Díaz Alfaro, a orillas del río Tuy y en sus inmediaciones se
descubrieron las minas auríferas que
enriquecieron a San Juan”.
“[…] Su Merced pobló
en nombre de Su Majestad en la dicha ribera del Tuy, Provincia de los Tomusas,
una ciudad a la cual puso “San Juan de la Paz” […] [Acta
de la Fundación de San Sebastián de los Reyes (Copia expedida el 07-08-1762):
Archivo General de la Nación. Diversos. Tomo XXXVI, Años 1762 a 1764, Nº 10. ff. 163 a 175].
La fecha de su fundación no ha quedado explícitamente fijada
en los documentos conocidos hasta ahora, pero teniendo la certeza de que la
expedición había salido de las Sabanetas de Ocumare el 17 de octubre de ese
mismo año, el investigador Castillo Lara, propone, que dicha fundación podría
fijarse para fines de noviembre o principios de diciembre de 1584. [Castillo Lara, Lucas (1984): Tomo I; p. 32]. Una
vez elegido el sitio y lugar donde se poblaría la ciudad, se hizo la ceremonia
que los Capitanes de Su Majestad
solían y acostumbraban hacer, pasando a poblar la ciudad, asignándole unos
treinta vecinos, es decir, casi la mitad
de los que llevaba en la expedición. Luego nombró a los Regidores y Alcaldes, y
conforme a los poderes y facultades que tenía, distribuyó solares a los vecinos
y les repartió las “encomiendas de los
naturales” de la comarca.
FUENTE: Elaboración
propia en base al análisis documental consultado.
Las Minas de Apa y Carapa:
El objetivo primordial de la expedición colonizadora que
adelantó el Capitán Díaz de Alfaro tuvo
un claro impulso minero desde sus inicios. La codicia por obtener oro y el afán
de lucro siempre presente en todos los conquistadores españoles, convirtió la “entrada”
a la provincia de los Quiriquires, Aruacos y Tomusas, en una empresa
netamente económica. Las expectativas de encontrar oro de aluvión en los lechos de los ríos y quebradas de esa
provincia, quedaban avaladas por los descubrimientos previos en el territorio
de los Teques, efectuados por Francisco Fajardo en 1560, y el establecimiento
de un Real de minas de oro que realizó Garci González de Silva en 1579 en las
riberas del curso medio del río Guárico, a nivel de su confluencia con el río
Pao. En su afán por encontrar yacimientos auríferos, Díaz de Alfaro se internó
en las montañas circunvecinas, por donde algunos indígenas le habían dado noticias
de la existencia de oro de aluvión en los lechos de algunos ríos y quebradas de
esa intrincada selva aledaña, en donde lo encontraban en forma de pepitas. Así
lo declaraba su compañero de expedición
Mateo de Laya Mojica, “Habiendo dejada repartida la tierra y naturales de
ella en nombre de su Real Majestad, el
dicho Capitán por su propia persona salió a descubrir minas, ocupando algún
tiempo en descubrimiento de ellas hasta que las descubrió muy ricas, de las
cuales sacó muy gran cantidad de oro,
del cual se llevaba en muestra a Su Majestad y su Real Consejo en pedazos de
sesenta y de a cien pesos y de ciento cincuenta de oro fino cada uno, los
cuales llevó Simón de Bolívar que en nombre de esta ciudad fue a pedir mercedes
a Su Majestad, las cuales si hoy se labrasen se sacaría gran cantidad de oro
porque prometen gran riqueza” [Archivo General
de Indias. Escribanía de Cámara. Legajo 658- A, Ramo 4, f. 38]
En las inmediaciones de las quebradas de Apa y Carapa (afluentes del río Tuy), el capitán Díaz de Alfaro descubre
las minas del mismo nombre, que dieron mucha fama y renombre a San Juan en sus
principios, “pues habiéndose descubierto en su jurisdicción las minas de Apa y Carapa de tan opulenta riqueza,
que en los dos meses primeros de su beneficio se sacaron cuarenta mil (40.000) castellanos
de oro de veinte y tres quilates”. [Oviedo y Baños, José de
(1992) p. 314].
Foto:
El Autor tras la pista de las Minas de Apa y Carapa en la hoya hidrográfica del
río Taguaza (Aragüita- Edo. Miranda- Venezuela)
Abandono de San Juan de la Paz y sus minas de oro
El influjo magnético
del fino mineral aurífero descubierto en las inmediaciones de las quebradas de Apa y Carapa, tuvo una efímera duración, y a los pocos meses de iniciarse
su laboreo, se detuvo la producción de las minas. Varias razones debieron
influir para que el deseo de riqueza fácil y lucro inmediato de los
conquistadores europeos, se disipara en tan corto tiempo y dejaran abandonadas
tan fructíferas minas, habida cuenta de la registrada producción de oro fino
obtenido de las mismas.
Una de esas versiones es la del cronista José Luís de Cisneros (1764) [...] “Se
trabajó en un tiempo en la jurisdicción de San Sebastián de los Reyes, distante
de esta ciudad, como veinte y cinco leguas, en dos pequeños cerros, que llaman
Apa y Carapa unas minas, de cuyo metal precioso, y de superior calidad, se hizo
una custodia, y diferentes alhajas, que aún permanecen en la propia ciudad,
cuyo beneficio paró por la desgracia sucedida con los peones trabajadores de
aquellas minas, a quien invadieron los indios bárbaros de nación Tomuzos, que haciendo una matanza de
todos, pusieron en tal temor a los que fomentaban esta idea, que olvidados de
su utilidad, por el miedo de los indios, desistieron de la empresa”. [Cisneros, José Luís de
(1764/1981), pp. 79-80]
Son gente brava y fiera: Las
repetidas invasiones de los Tomusos, y las muertes de gente española a manos de
esa “gente brava y fiera” fueron las razones fundamentales del abandono de
dichas minas. Así lo relataba en una información testifical el renombrado
conquistador Alonso Andrea de Ledesma
en 1589: “...los indios Quiriquires, Tomusas e Guaiqueríes que son
repartimientos encomendados a particulares vecinos de esta ciudad y de San
Sebastián de los Reyes, muy cercana de
esta dicha ciudad, no acuden al llamado
de sus encomenderos y están todavía rebeldes, porque son gente brava y fiera, e
inhumana, traidores, tales que cada día ofenden a cualquier cristiano que
hallan cómodo para acometer, con tanta desvergüenza que no ha veinte días que a
este testigo y a otras gentes que consigo tenía sacando oro en las minas de San Sebastián, salieron a ellos hasta
setenta indios Tomusas e a traición le acometieron con muchos flechazos, y en
la defensa perdió este testigo y le mataron un negro muy hombre e dos indios
ladinos, e se comieron al negro asado en barbacoa”... [Archivo
General de Indias. Indiferente General 3.088-C. Traslados Academia Nacional de
la Historia. Tomo 74. Vitrina 1. p. 143. En: Castillo Lara, Lucas (1984): Tomo
I; p. 52]
Para el cronista José de Oviedo y Baños (1723), las razones
fueron otras: “...aquella felicidad fue un relámpago que se apagó cuando
empezaba a lucir, porque reconociéndose después ser el temperamento muy
enfermo, por las muchas humedades del terreno... a que se añadía ser tan
frecuentes las aguas, que solía pasarse un mes entero sin ver el sol, en un
continuo llover, se fueron desabriendo los vecinos; y anteponiendo la salud a
las conveniencias que pudieran adquirir en la labor de las minas, la fueron
desamparando con tal prisa, que antes de los dos años quedó del todo
despoblada, perdiéndose con el
transcurso del tiempo hasta la memoria del paraje donde se sacaba el oro”. [Oviedo y Baños, José de (1992) p. 314].
También Telasco Mac Pherson (1891), en su obra ya mencionada,
afirmaba que, “Cerca de estos morros están las minas abandonadas en las
cabeceras del río Arenilla, entre Apa y Carapa [...] que debido al rigor del
clima y por las fiebres que afectaron a los mineros fueron abandonadas”.[Mac Pherson, Telasco: 1891]
A este respecto opina el Dr. Rodrigo Infante, médico
sanitarista y escritor orituqueño: “Es posible, digo, que la hipertermia que
derrotó a los trabajadores de las minas hubiera sido fiebre amarilla selvática
o con menos probabilidad, paludismo”. [En: López Garcés, Carlos: 1998]
El investigador aragüeño Castillo Lara, concluye: “la causa
de este abandono debió ser lo malsano de del sitio, las enfermedades, lo
fragoso del lugar, la selva, lo inhóspito del clima y también el acechante
peligro de unos indígenas enemistosos”. Al mismo tiempo nos refiere que, una
vez descubiertas las minas por el Capitán Díaz de Alfaro, y estando presente en
las mismas, sufrió una enfermedad de calenturas, tal y como lo relataba el
Escribano Alonso García Pineda: “Estando el dicho Capitán Sebastián Díaz de
Alfaro en la dicha quebrada de Apa personalmente, le dio cierta enfermedad de calentura que le fue
fuerza desampararlo por no perder la vida, con respecto de ser tierra fragosa
de montañas y enferma, y se vino a esta ciudad”. [Archivo
General de Indias. Escribanía de Cámara. Legajo 658-A. Ramo 4. f. 33]- En: Castillo Lara,
Lucas (1984): Tomo I; p. 50; Castillo Lara, Lucas (1977): Vol. 128; p. 297]
La Ciudad del Oro en Orituco: San Sebastián
de los Reyes (1585). Fuente:
Elaboración propia según datos de la obra de Adolfo A. Machado (1961).
La Ciudad del Oro en Orituco: San Sebastián De Los Reyes (1585)
Don Adolfo A. Machado (FN: 01-09-1855; †: 01-07-1903) en
su obra “Apuntaciones para la Historia” de Altagracia de Orituco, su pueblo
natal, escrita entre 1875 y 1899, al referirse a los orígenes de la ciudad de
San Sebastián de los Reyes (1585) afirma
apasionadamente que era la “Ciudad del
Oro en Orituco” alegando dos razones para justificar esa célebre frase.
Primeramente porque era el primer pueblo levantado por los conquistadores
españoles en suelo orituqueño, y porque
además …”No por simple placer andarín ni por la gloria de ser fundador de
pueblos, vino Díaz Alfaro a levantar en tierra orituqueña el primitivo San
Sebastián de los Reyes, … sino atraído por los trabajos preliminares de
explotación de las minas de oro del capitán José Silva, en el abra de la Quebrada de Mota, la cual tiene su
nacimiento en el Cerro El Diamante; y las minas de oro descubiertas por Chacón a la margen derecha de la
Quebrada las Minas o de Apamate, al
noreste de Altagracia de Orituco”(En los predios del actual Monumento Natural
“Morros de Macaira”).
Machado supone que la explotación de las minas descubiertas tanto
por el capitán José Silva, como por el capitán Chacón debió realizarse en “tiempos
anteriores” incluso a los descubrimientos de las minas de Apa y Carapa en la
selva circunvecina a la ciudad ribereña del Tuy, San Juan de la Paz (1584).
En apoyo a la hipotesis de Machado, pudieramos
argumentar, que el capitán Sebastián Díaz de Alfaro, una vez asentada la
incipiente ciudad, “unas cuatro leguas más abajo de la desembocadura del Guaire
en el Tuy” (en las inmediaciones de la actual población de Aragüita); se
interna personalmente en la selva circunvecina y descubre las célebres minas de
Apa y Carapa. Esto debió ocurrir en los días finales del año 1584; y a pesar de
los fructíferos rendimientos de dichas minas, el capitán fundador ordena y
organiza rápidamente la continuación de su plan colonizador, retornando con
parte de su gente hasta las Sabanetas de
Ocumare, desde donde sin muchos titubeos se enrumba muy acertadamente por
el abra del río Lagartijo, aguas arriba, trasmontando la Fila Maestra, para
caer al valle de Buena Vista o de Curabe,
“un pequeño valle como de un kilómetro cuadrado, en la desembocadura de una
quebrada (Curabe) en la de Quere, tributaria del río Memo”; lugar seleccionado
para fundar el primitivo San Sebastián
de los Reyes el seis de enero de mil quinientos ochenta y cinco (06-01-1585) (Machado, A: 1961,
p 20). La precisa orientación y movilización de Díaz Alfaro y su gente
en aquellas agrestes montañas, denotan un reconocimiento previo de la zona por
parte de exploradores españoles, así como el descubrimiento de yacimientos
auríferos en el Orituco realizado con anterioridad a la fundación de San Juan
de la Paz (finales de 1584), por los ya nombrados capitanes Silva y Chacón; tal y como lo sugiere el historiador del Orituco Don Adolfo
Machado, quien no duda ni un momento de la existencia de oro de aluvión en
remotos tiempos, antes de la fundación de los pueblos del Orituco.
FUENTE: Elaboración propia en base al análisis documental
consultado.
CONCLUSIÓNES:
La búsqueda de afloramientos auríferos, se transformó en
argumento incitador para la rápida conquista y colonización tanto de los valles
del río Tuy como los del Orituco, utilizando la mano de obra esclava indígena, sometida por la fuerza de las armas
de los conquistadores españoles, para que con su penoso trabajo abriera
caminos, zapas y socavones, dispersos por todas aquellas agrestes montañas y por los
cauces de las quebradas, arroyos y ríos en una búsqueda frenética del preciado
mineral de oro. El
influjo magnético del fino mineral aurífero descubierto en las inmediaciones de
las quebradas de Apa y Carapa (afluentes del Tuy), y de las
minas de Silva y Chacón en el Valle del Orituco tuvo una efímera duración. La
resistencia de
las tribus Quiriquires y los Tomusas (dueños ancestrales del Tuy),
condujeron al fracaso
la aventura conquistadora y la explotación del oro de Apa y Carapa,
obstaculizando el sostenimiento de San Juan de la Paz, el cual fue asaltado y
asediado por los fieros guerreros caribes, provocando el abandono de la ciudad,
por lo que muchos de sus vecinos retornaron a Santiago de León y algunos otros
se unieron a los pobladores de San Sebastián en su primitivo asiento de Curabe
(1585). Ante estas nuevas circunstancias, los conquistadores españoles
enfocan su esfuerzo colonizador en el establecimiento de hatos de ganado vacuno. Cabe
destacar, que a pesar del descubrimiento del fértil y boscoso valle del
Orituco, con sus corrientes de agua cristalina de curso permanente durante todo
el año, los nuevos colonizadores del valle no llegaron con la intención de
cultivar la tierra. De allí que casi desde el principio, la cría
de ganado se convirtió en la principal fuente de vida para la ciudad, la
principal fuente de producción, a pesar de la promisoria perspectiva agrícola
que les ofrecía los valles y vegas del río y sus afluentes.
[sixtolaya@hotmail.com /2013]
REFERENCIAS
Acta de la Fundación
de San Sebastián de los Reyes (1585): Copia expedida el 04-03- 1738;
localizada y publicada por el investigador Lucas Guillermo Castillo Lara (1984)
en el Archivo del Registro Principal del Distrito Federal, Cajas Negras y Papeles Sueltos. Actualmente en el
Archivo de la Casa Natal del Libertador.
Acta de la Fundación de San Sebastián de
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